En el mundo de las telecomunicaciones cada vez es más necesario asegurar la privacidad en el intercambio de información. Hoy somos más conscientes de los riesgos que supone que los datos que van y vienen desde nuestros ordenadores, tabletas o teléfonos inteligentes, puedan ser interceptados por terceras personas. Para ello, no nos queda otra que buscar formas de cifrarlos. De esta manera, aunque nuestras comunicaciones sean interceptadas, solo se obtendrán ristras de datos aparentemente aleatorios y sin sentido. El cifrado de las comunicaciones es algo que se tiene muy en cuenta en el día a día de los profesionales del sector.
¿A qué viene entonces el título de esta entrada?
Ya podemos (y debemos intentar) encriptar
Por una parte, ya podemos (y debemos intentar) encriptar porque existen muchas voces que recomiendan que nuestros datos viajen de forma cifrada para mantener nuestra privacidad bajo control.
Una iniciativa que me gusta especialmente es Let’s Encrypt, donde organizaciones muy importantes de Internet, como son la Fundación Mozilla y Cisco, han puesto en marcha un sistema gratuito para conseguir que las páginas web estén cifradas con garantías de no ser falsificadas. Han desarrollado un sistema de certificados que ayuda al usuario a saber que la página web por la que estamos navegando, es quien dice ser y que la información entre nuestro navegador y el servidor donde se aloja, viaje encriptada.
Por otra parte, quiero adelantar que no me considero un experto en español. Me gusta leer y tengo cierto interés en expresarme con corrección, pero meto muchas veces la pata. Por ejemplo me lío con los pronombres y me cuesta entender y aplicar las reglas que nos propone la RAE. Pero dado el aluvión continuo de nuevos términos, muchos provenientes del inglés, llega un momento en que uno se atrinchera en la lengua buscando alguna salida cómoda para no tener que añadir más datos a la quijotera.
Voy a ser claro. Es por vagancia por lo que no me gusta usar anglicismos.
El Lazarillo, también encriptado
En ambientes técnicos se usa el anglicismo encriptar de forma habitual, en lugar de cifrar, y hasta esta edición del diccionario de la RAE, encriptar no estaba admitida. Buscad si queréis, en la versión anterior y no la encontraréis.
Por el hecho de ser un anglicismo, ser usada en entornos técnicos y no haber aparecido destacada su inclusión en la última edición del DRAE, me llamó mucho la atención verla en la descripción de la edición publicada por Rosa Navarro del Lazarillo de Tormes, donde desvela el nombre del autor:
La obra, tradicionalmente dada como huérfana (y en alguna ocasión atribuida a Diego Hurtado de Mendoza), tiene ahora el nombre del autor que Rosa Navarro demuestra que lo escribió, y que encriptado aparece en su largo título.
No os equivoquéis. No estoy ni siquiera insinuando que su uso no es correcto. Las personas que tan buen trabajo hacen desde la Fundeu, lo aclaran perfectamente:
Hay quienes desaconsejan encriptar y sus derivados porque los consideran influencia del inglés, pero no dejan de ser términos bien formados en español, con la misma raíz que ya tienen palabras como críptico (‘enigmático’) ocriptograma (‘documento cifrado’). De hecho ya aparece recogida con ese significado en la vigésima tercera edición del diccionario académico.
Por ello, no hay razón para censurar su uso en noticias como las que siguen: «Dotcom hace hincapié en la encriptación de todos los archivos: sin las claves nadie, salvo esos usuarios, puede ver qué contienen» y «Este servicio encripta los mensajes con los mismos códigos que utiliza el Gobierno de Estados Unidos para sus documentos secretos»
Pues eso, ya podemos encriptar. ¿A qué esperas?
¿Y desencriptar?
P.D: Parece que nadie se acordó de que la información que se encripta tiene que ser desencriptada para que sea útil. Desencriptar ni siquiera aparece en el Diccionario Español de Ingeniería. ¿Os animáis a hacer una propuesta a la RAE para que estudien su inclusión en la próxima edición del Diccionario?
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